Historia de la ciguatera

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Tal vez la descripción más antigua que se conoce de la ciguatera es la dada por el naturalista portugués Antonio Parra Callado en 1787, en su trabajo “Descripción de las diferentes piezas de Historia Natural, las más del ramo marítimo, representadas en setenta y cinco láminas”. Después de describir muchos peces de Cuba entre los que destaca que algunos pueden ser venenosos, describe con todo detalle el síndrome de la siguatèra (sic) en base a su propia experiencia después de haberse intoxicado con una «cubera» (Lutjanus cyanopterus; fishbase).

 

Dicho pez podría corresponder con la «cabrilla»                                                                                                                                   en la lámina XXXVI del trabajo de Parra (ilustración superior)

 

Dice que su toxicidad se atribuye a que los peces se vuelven tóxicos al comer el fruto del manzanillo (Hippomane mancinella), un árbol muy tóxico de la familia de las Euphorbiaceas que es común que crezca en las orillas del mar entre Florida y Colombia pero Parra lo considera poco verosímil ya que también es abundante en el interior donde no hay ciguatera.

Pocos años después se publicaba “El viagero universal ó noticia del mundo antiguo y nuevo”, una serie de libros de recopilaciones y traducciones de obras de otros autores, principalmente de Joseph de La Porte realizada por Pedro Estala. Se puede acceder a toda la obra en la biblioteca digital Hathi Trust. En el tomo XX, de 1798, dedicado a Cuba y en las las páginas 91 y 92 se describe la ciguatera en términos similares probablemente tomados de Antonio Parra.

En estas antiguas descripciones ya se cita que la ciguatera es producida por peces que se vuelven tóxicos a través de algún alimento que ingieren. La referencia más antígua que hemos encontrado que atribuye la ciguatera a la ingestión del caracol cigua (Cittarium pica) es la de Felipe Poey . «Ciguatera; memoria sobre la enfermedad ocasionada por los peces venenosos» publicada en su Repertorio Fisico-Natural de la isla de Cuba en los años 1866-1868, aunque él mismo dice:  «Doy esta interpretación por más probable que segura».  Esta acepción es la que fue popularizada por John E. Randall en una revisión sobre la ciguatera publicada en 1958.